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COLL, «TÚ NO VAS BIEN»

22 febrero, 2021

En la liturgia del primer domingo de Cuaresma, la Iglesia nos propone el pasaje evangélico que contiene las tentaciones de Cristo.  Es el Espíritu el que empuja a Jesús al desierto para vivir esa experiencia, esa lucha de la que sale victorioso y fortalecido para enfrentar su misión.

Pensando, en este tiempo cuaresmal, en San Francisco Coll, vino una pregunta a la mente… ¿habrá sufrido el Padre Coll esta realidad de la tentación?  Como realidad humana que es, y siguiendo a su Maestro, no cabe dudar de que sí. ¿Y qué tentaciones habrá experimentado? Lo normal es que hayan sido diferentes a lo largo de su vida y de su crecimiento interior. Podemos acercarnos a esta realidad espiritual a partir de los textos. Hoy recuerdo especialmente uno, por cierto muy poco conocido. Habla de la tentación del dinero. Y lo hace con una simpatía y una sencillez muy propias del Padre Coll:

«Explicaba él cómo siempre había sido pobre. Cuando empezó la predicación ganaba algunos duros; pero viniéndole un día gana de contarlos, le asaltó mientras los miraba este pensamiento: “tú no vas bien”; desde entonces predicó siempre de balde, hasta que fundó nuestro Instituto; pues entonces los cobraba, para que las Hermanas tuviésemos algo que comer» (testimonio de H. Rosa Miró, en Testimonios, p. 735).

Así es: hemos escuchado tantas veces que el Padre Coll no cobraba nada en sus misiones… y es verdad. Pero esa gratuidad no fue solo fruto de una naturaleza desprendida. Fue, más bien, fruto de una decisión muy consciente. Y, diría más, fue fruto de una exquisita sensibilidad en el conocimiento de los movimientos interiores del espíritu. En ese aparentemente inocente deseo de contar sus monedas, de asegurarse un pasar decente (pues, con la exclaustración, había perdido también la seguridad económica que le brindaba su convento) el joven Francisco descubrió una mala semilla: la que lo apartaba de su voto de pobreza. En un instante se dio cuenta de que, si continuaba por ese camino, iba a llegar precisamente a donde no quería. Como por una pendiente suavemente inclinada, ese incipiente gusto por el dinero lo iba a llevar poco a poco muy lejos de su ideal de seguir pobre a Cristo pobre.

Nada de auto-engaños; las palabras con que desnudó aquellas intenciones fueron tan simples como claras: «tú no vas bien». Al igual que Jesús, no dejó espacio para que creciera en su interior esa semilla dañina.  Atento a las pequeñas trampas de la tentación, respondió como él sabía, sin medias tintas, con todo deseo de vivir en plenitud sus promesas, y eso lo llevó por el bello camino de la generosidad. Y es así como llegamos al Padre Coll que conocemos. Para decirlo con palabras del Padre Galmés: Francisco complementó su ministerio parroquial con una intensa actividad de misiones, «por las que no percibía ganancia alguna, más que la satisfacción inmensa de predicar y anunciar el Reino, y dar generosamente a los hombres lo que de la generosidad divina había recibido» (Galmés p. 53).

Hna. Luciana Farfalla Salvo