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CELEBRACIÓN DEL BICENTENARIO DE SAN FRANCISCO COLL -COMUNIDAD DE ROMA-

14 mayo, 2012

Al atardecer del 11 de mayo Villa Annunziata se vistió de fiesta para celebrar con particular solemnidad el Bicentenario del nacimiento de nuestro Padre San Francisco Coll.

Con el corazón agradecido por el don que su vida y misión son aún hoy para la Iglesia y el mundo le pedimos que continue animando, a su familia espiritual, laicos, frailes, hermanas, de modo que sepamos mantener esa luz que Dios ha manifestado a través de su carisma y que queremos mantener encendida.

La Eucaristía presidida por Fr. Vito T. Goméz OP, Postulador general de la Orden, asistido por Fr. Franklin Buitrago Rojas OP, secretario general de la Orden y concelebrada por dieciocho sacerdotes, dominicos unos y del clero otros provenientes de diversos países: Italia, España, Argentina, Brasil, Colombia, Panamá, Filipinas, ofreció a la celebración el marco de universalidad propio del carisma que nuestro Padre nos legó.

Nos acompañaron diversos grupos de religiosas de Congregaciones de la zona, amigos de la comunidad, vecinos de nuestra casa y huéspedes que se encontraban estos día en la misma. El Coro de nuestra parroquia Jesús Divino Maestro, acompañó y animó la Eucaristía.

En nuestro corazón estuvieron presentes todas las Hermanas de la Congregaición a quienes sentimos siempre cercanas. Presencia que se actualizó en la homilia al recordar que casi 600 hermanas de distintos continentes habían pasado por esta casa en la realización de diversos cursos.

La Homilía del Padre Vito fue una verdadera catequesis sobre la personalidad del P. Coll y de su presencia viva hoy entre nosotros. Los asistentes elogiaron sus palabras expresando lo motivados que se habían sentído para conocer más su vida y misión.

Un detalle significativo de la celebración fue la presentación en el ofertorio del libro «El Padre Coll, Dominico» en lengua italiana que ofreció la joven traductora invitada para esta ocasión. Al final de la Eucaristía el P. Vito dijo unas breves palabras sobre el mismo y la asamblea prorrumpió en un fuerte aplauso.

Terminada la Celebración todos los asistentes compartieron un refresco en los jardines de la casa, que lucían sus mejores flores de primavera como alabando y bendiciendo, también ellas al Señor, por esa luz que no ha dejado de brillar en 200 años.

H. Rosa Di Tullio