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CARTA DEL M.O. EN EL VIII CENTENARIO DE LOS PRIMEROS CAPÍTULOS GENERALES

14 mayo, 2021

El capítulo general en la Orden de Predicadores: estructura de comunión y misión

Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros(Hch 15,28). Se trata de un momento extraordinario en la historia de la Iglesia. Enfrentada al peligro de la división, la Iglesia toma una decisión de forma inédita. Santiago, responsable de la comunidad de Jerusalén, pronuncia esta audaz sentencia, primer resultado del arduo discernimiento comunitario de una Iglesia naciente, junto con los apóstoles Pedro y Pablo, bajo la guía del Espíritu Santo.

Antes de este momento crucial, los apóstoles, bajo la dirección de Pedro, echan a suertes para determinar quién ocupará el lugar de Judas Iscariote. Tenían claro el criterio a seguir en la elección: «Es necesario, por tanto, que uno de los que nos acompañaron todo el tiempo en que convivió con nosotros el Señor Jesús, comenzando en el bautismo de Juan hasta el día en que nos fue quitado y llevado al cielo, se asocie a nosotros como testigo de su resurrección» (Hch 1,21-22). Rezaron para ser guiados, pero cuando llegó el momento de elegir entre José y Matías, recurrieron al sorteo. Así pues, la decisión tomada no fue el resultado de un proceso interno de discernimiento comunitario, sino de un acto impersonal y externo de adivinación de la voluntad de Dios, similar al utilizado en el Antiguo Testamento: «[Aarón] sorteará los dos machos cabríos: uno para el Señor y otro para Azazel» (Lev 16,8). Dios sigue siendo trascendente e invisible, cuya voluntad se da a conocer a través de un objeto inanimado, aislado, por así decirlo, de la posibilidad de manipulación humana y del error de juicio.

Una decisión tan importante ya no se toma por una adivinación externa de la voluntad de Dios, sino por un proceso comunitario de intenso diálogo y paciente discernimiento

¡Cómo me gustaría no tener que tomar decisiones difíciles! ¡Bastaría con que nuestra constitución permitiera el «sorteo» como forma legítima para tomar decisiones! Pero la elección de Matías es el último sorteo que vemos en el Nuevo Testamento. Después de Pentecostés, la toma de decisiones cambió radicalmente debido a la presencia inmanente del Espíritu Santo y su “papel activo” en la vida de la iglesia. Por esto muchos biblistas prefieren denominar “Hechos del Espíritu Santo” a los Hechos de los Apóstoles. En el llamado Concilio de Jerusalén, Santiago, cabeza de la comunidad de Jerusalén, pronunció su sentencia: «Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros, no imponeros más cargas de las indispensables» (Hch 15,28). Una decisión tan importante ya no se toma por una adivinación externa de la voluntad de Dios, sino por un proceso comunitario de intenso diálogo y paciente discernimiento, bajo la guía del Espíritu Santo: así es como se determina lo que es verdaderamente bueno para la comunidad. Porque el «Espíritu de la verdad os guiará a la verdad plena» (Jn 16,13) ahora «habita en ellos» (1 Cor 3,16). Después de Pentecostés, el discernimiento comunitario “en la presencia del Señor” es la «manera apostólica» de tomar decisiones. La comunicación de la decisión a las comunidades por medio de una carta, y la elección y el envío de delegados que acompañen la recepción de la carta por parte de las comunidades son parte integrante de todo el proceso de toma y ejecución de la decisión comunitaria (Hch 15,22-32).

Santo Domingo celebró los primeros capítulos generales en 1220 y 1221 en la solemnidad de Pentecostés. Si los hermanos iban a abrazar la forma de vida apostólica, entonces también debían adaptar la forma apostólica de toma de decisiones para toda la Orden.La forma de gobierno comunitario (LCO VI) que Domingo dio a la Orden es también un regalo para la Iglesia, pues la misión de la Orden es ayudar a construir la Iglesia, el cuerpo de Cristo.

Los capítulos -general, provincial, conventual- son instrumentos para construir comunión. Proporcionan un espacio para confrontar los retos a los que se enfrentan los hermanos, para buscar el consenso en cuestiones que producen división, para discernir las mejores formas posibles de servir a la misión de la Orden en un momento y lugar concretos y, lo que es más importante, para escucharse los unos a los otros, y aprender los unos de los otros, como hermanos.

Ignacio de Antioquía, en su carta a la comunidad de Éfeso, dice que los miembros de la Iglesia son σύνοδοι, «compañeros de camino«, en virtud de la dignidad del bautismo y de su amistad con Cristo. Nosotros, los dominicos, somos también synodoi, «compañeros de camino», hermanos y hermanas en misión, juntos para predicar la Palabra encarnada. Mientras celebramos la culminación del 800 aniversario de los primeros capítulos generales de la Orden (1220, 2021) he pedido a nuestros hermanos Timothy, Fray Carlos y Frère Bruno que compartan sus pensamientos y reflexiones sobre sus experiencias concretas de los capítulos generales en la Orden, cómo los capítulos generales se han convertido en instrumentos de unidad y comunión, en aras de la misión de predicación de la Orden. Como Maestros de la Orden, han sido y siguen siendo «synodoi», compañeros de camino de la Orden en su «itinerancia comunitaria». Al leer sus reflexiones, encontraremos unas percepciones fundamentales comunes, aun cuando sus experiencias se refieran a contextos y contenidos diferentes: por lo tanto, son las mismas, pero diferentes.

Fr. Gerard Timoner, OP

Descargar texto con las aportaciones de Fray Timothy, Fray Carlos, Fray Bruno y Fray Gerard. 

Fuente: Dominicos