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Los días 14 al 17 de noviembre en la casa provincial de la Provincia de Santa Rosa de Lima, celebramos la Primera Asamblea PRE-CAPITULAR preparatoria para el próximo Capítulo, Los dos primeros días participaron laicos junto a las Hermanas Capitulares, después siguieron solo las Hermanas trabajando en Asamblea…

A continuación  inserto el vídeo de la asamblea y pego el testimonio de Eduardo Levigne, de Argentina:

En estas breves líneas, trataré de plasmar mi “sentipensar” de mi participación como laico en la Asamblea pre capitular convocada por la H. María del Carmen y de alguna manera compartir como lo viví desde la fe y desde  la razón buscando alguna integración….

Cuando recibí la invitación, la primera reacción fue de no estar a la altura de tan importante momento. Tenía más incertidumbre que certidumbre al no poder imaginarme en qué consistiría realmente.

El primer día de la Asamblea fui encontrándome con las Hermanas y laicos provenientes de toda la Provincia dándonos la bienvenida unos a otros. Y llegó el momento de la oración inicial.

La Palabra presidió el encuentro. Con Rm 10, 10-14 recordé inmediatamente uno de  los escritos de Fr. Felicísimo Martínez Diez: “…Cambiamos de siglo, de mundo, de cultura…El mundo es distinto, la cultura es distinta. El género de la predicación tendrá que ser distinto…” Pero el mensaje es el mismo. El mismo depósito de la fe que desde los Apóstoles pasando por Santo Domingo y el Padre Coll, el Señor nos llama a anunciar. Posteriormente nos confiamos al Espíritu Santo…allí empecé a entender que primeramente la Asamblea era un acto de fe y entrega a las mociones del Espíritu porque la Anunciata es Obra de Dios. Y en ese mismo Espíritu que nos hermanaba se fueron desarrollando los dos días de la convocatoria.

Las jornadas fueron muy intensas: escuchando, discerniendo, sugiriendo, haciéndonos palabra. Tratando de hacer un diagnóstico actual de la realidad de nuestros centros en función de dar nuevas y renovadas respuestas a este mundo.

La Asamblea fue un gran camino sinodal, un inicio y continuación de la misión compartida y asumida, donde buscamos  respuestas que también sean  sinodales. Se nos fue  invitando a detectar “intranquilidades” del mundo de hoy teniendo en cuenta un criterio de realidad, como así también a qué intranquilidades debemos responder como nuevas fronteras en la predicación y así seguir proyectando un futuro en esta misión compartida.

Cada una de las instancias propuestas por las Hermanas que la organizaron implicaron desafíos y un fuerte llamado a salir cada uno de nosotros como individuos y como colectivo  de nuestras zonas de confort, animándonos a soltar aquellas formas que en algún momento dieron respuesta pero que ahora necesitamos recrearlas.

Oración, predicación, búsqueda de la verdad por medio del estudio, y fraternidad fueron los ejes que nos sostuvieron estos dos días.

Me queda dar gracias a Dios por permitirme ser protagonista de este momento nuevo del legado del Padre Coll, a la Hna. María del Carmen y todo el Consejo por haberme convocado y a todas las Hermanas y laicos que la conformamos. ¡GRACIAS!

“Baje a nosotros la bondad del Señor
y haga prósperas las obras de nuestras manos”. Salmo 89

Eduardo Levigne