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3º DOMINGO DE PASCUA- 26 de ABRIL – COMENTARIO

21 abril, 2020

Hechos 2, 14. 22-33
15, 1b-2a y 5. 7-8. 9-10. 11
1 Pedro 1, 17-21
Lucas 24, 13-35

Los relatos pascuales nos descubren diversos caminos para encontrarnos con Jesús muerto y resucitado. El evangelio de este domingo, nos muestra uno de esos caminos.

Los discípulos de Emaús, poseen todo lo necesario para creer. Conocen las Escrituras, conocen a Jesús de Nazaret, conocen su mensaje, su actuación, su muerte en la cruz. Las mujeres les han anunciado que está vivo. Sin embargo, sus ojos siguen sin ver. Se alejan de sus compañeros, caminan tristes y desalentados hacia Emaús…

¿ Cómo despiertan a la fe y la esperanza en el Nazareno? La narración de Lucas nos da pistas del proceso interior por el que pasaron los discípulos hasta descubrir y experimentar al Resucitado.

«Iban comentando por el camino todo lo que había sucedido», nos dice Lucas.

En medio de la tristeza que los embarga, por la muerte de Jesús, por la muerte de sus planes mesiánicos, lo importante es que estos discípulos no olvidan a Jesús. Hablan y discuten sobre él, recuerdan sus palabras y sus hechos, dejan que el “desconocido” les vaya explicando lo ocurrido. Sus ojos aún no se abren, pero su corazón comienza a “arder”.

¿No será éste un camino sencillo y asequible a seguir por todos los que debemos alimentar y fortalecer la fe de cada día y especialmente, cuando nos sentimos débiles, nos acompaña la duda, nos visitan  las dificultades personales, las de nuestros hermanos y en este momento, las del mundo entero, como las que estamos viviendo y padeciendo por causa de la esta pandemia devastadora…? Como los de Emaús, hablemos de Jesús, recordemos sus palabras, ahondemos en su mensaje, pongámonos a los pies del Maestro y escuchemos sus Palabras… Si nos conmueven, nos interpelan, nos hacen “arder” el corazón, ¿no será que Jesús  camina vivo y resucitado a nuestro lado, al lado de cada uno, en su situación concreta, aunque no lo veamos?

El Evangelista nos relata otra experiencia en el camino de la fe. Es el gesto de la eucaristía. Los discípulos retienen al caminante desconocido: «Quédate con nosotros»… El gesto es sencillo pero entrañable. Unos caminantes cansados  del viaje se sientan a compartir la misma mesa. Se aceptan como amigos y descansan juntos de la fatiga.

 Es al compartir la intimidad, la amistad, cuando se les “abren los ojos”. Y… levantándose, volvieron a Jerusalén y contaron todo lo que les  había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido. De temerosos y ciegos,  pasan a ser apóstoles de la Luz, de la Vida, de la Verdad.

Los cristianos, los seguidores de Jesús, hemos de recordar y comentar más sus palabras, sus obras… Abrir los ojos de nuestra fe y descubrirlo lleno de vida en nuestras eucaristías. Así crece en la Iglesia la fe en el Resucitado.

Jesús no está ausente. Camina con nosotros.

H. María del Carmen Martínez Benavides

Dominica de la Anunciata. Becerril de la Sierra