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COMENTARIO DE LA PALABRA SOLEMNIDAD DE LA ASUNCIÓN DE NUESTRA SEÑORA 2022

14 agosto, 2022

Y se abrió el santuario de Dios en el cielo y (…)
“Una gran señal apareció en el cielo:
una Mujer vestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza” (Apoc.11,19-12,1).

¡15 de agosto! Fiesta entrañable  para la Iglesia, para la Orden y para nuestra Congregación. María, vestida del sol, con la luna bajo sus pies, coronada de doce estrellas, es signo de la Iglesia ya definitivamente consumada en el cielo, porque Dios que mira la pequeñez de su servidora hace obras grandes con Ella.

Sin duda, Nuestro Padre Sto. Domingo, con el profundo sentido eclesial que le caracterizaba, en momentos críticos de la cristiandad, eligió esta fecha para dar comienzo a la Orden que debía iluminar a la Iglesia con “atletas de la fe”, cobijados bajo el manto de María Asunta.

Nuestro Padre Coll, fiel discípulo de Domingo, a más de seis siglos de distancia, contemplando las urgentes necesidades de la Iglesia y sociedad de su tiempo, elige también esta gran fiesta de la Pascua de nuestra Señora, para contribuir a que el secular árbol de la Orden reverdezca con una nueva rama: la Anunciata. “Sí, sí, es obra de Dios y dada al mundo por los méritos de Ntro. P. Sto. Domingo”. Y, con la misma certeza nos dirá:…”estad ciertas que este santo Instituto es obra de María; sí, sí, no tengo duda alguna que María del Rosario lo ha puesto bajo su sombra, protección y amparo del Santo Rosal” (Proyecto de Const.79). Y, sabemos, que el “Santo Rosal”, comienza en la Anunciación y culmina en la Asunción.

En esta difícil coyuntura histórica, en la que la humanidad que pregonaba su omnipotencia, percibe su vulnerabilidad, quizás también es nuestra hora. Es la hora de percibirnos frágiles, como al inicio de la Congregación, pero con la convicción y esperanza de María, que así llegó a culminar en la Asunción la plenitud de su pequeñez. Sólo así podremos  seguir en la Iglesia sirviendo” la mesa de la doctrina”, como “brillantes estrellas”.

Por eso, en esta gran Fiesta de la Iglesia y de la Congregación, con el Card.Pironio suplicamos:

“Virgen de la Asunción, danos un corazón de peregrinos (…) Tú eres la  Mujer que nos has dado a Cristo y a la Iglesia,(y también a La Anunciata), coronada en el cielo como Madre y Reina nuestra, tú eres signo de esperanza cierta y de consuelo para nosotros que todavía peregrinamos en la tierra. Danos un corazón sencillo y pobre como el tuyo para poder esperar verdaderamente. Danos un corazón orante y contemplativo para descubrir constantemente el paso del Señor por nuestra historia, hasta que nos abramos al encuentro definitivo en la visión. Danos un corazón lleno de caridad que viva en disponibilidad total a la voluntad del Padre y en servicio generoso a los hermanos. Danos un corazón sereno y fuerte para que gustemos la cruz pascual y contagiemos a los hombres la esperanza. Danos un corazón de discípulo para que escuchemos constantemente la Palabra, la acojamos en nuestro interior y la comuniquemos con alegría”.

“Alivia nuestra tristeza, aumenta nuestra alegría, y asegura nuestra paz. Y, llévanos de la mano, Señora y Madre nuestra hasta que seamos glorificados contigo en la Casa del Padre. Amén.”(cfr. Card.Eduardo F.Pironio, “Enséñanos a Orar”, Publicaciones Claretianas).

Hna. Alicia Ovejero
Provincia «Santa Rosa de Lima»