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COMENTARIO DÍA DE SAN FRANCISCO COLL 2021

17 mayo, 2021

2 Tim. 2, 22-26
Sal 27, 1-3 y 6-9
Lc 12, 22-34

Los textos que se nos proponen en la festividad de San Francisco Coll, si intentamos adentrarnos descubriremos no sólo el amor entrañable de Dios para la humanidad sino nuestra vocación más genuina: la de ser salvados por Jesús y de ser testimonios de esta salvación. Es la experiencia que han vivido los santos. Por lo tanto, la celebración de la fiesta de los santos y de las santas, no es sino celebrar la salvación que Jesús ha operado en el corazón de estos hombres y mujeres, que se han dejado transfigurar por Él. Por ello, las lecturas que nos propone la liturgia de la fiesta de San Francisco Coll nos ayudan a entender lo que ha sido su vida pero sobre todo, son una invitación que se nos hace a todos nosotros para centrarnos una vez más en Cristo.

La primera lectura (2 Tim 2, 22-26) es un texto que el apóstol san Pablo, estando  en la prisión, escribió a su joven discípulo Timoteo que se enfrentaba no solo a las dificultades propias de la juventud, sino que tenía que enfrentarse con las actitudes de los falsos predicadores que desvirtuaban el verdadero contenido del mensaje de Jesús.

La pedagogía que san Pablo usa para aconsejar a su discípulo no es otra que la que se fundamenta en el bien, en el amor, en la paz y sobre todo en la plegaria. Le aconseja que viva centrado en lo que es esencial, rehuyendo discusiones que no llevan a ninguna parte. San Pablo va más allá pero, le dice que su predicación vaya acompañada con el ejemplo de una vida irreprensible, ya que la palabra y obra, son la mejor manera de ser testimonios del amor de Dios y se su salvación. ¡Qué bonito es como lo expresa! “ser amable con todos; capaz de enseñar y se ser paciente; apto para corregir con dulzura los que le contradicen”. El verdadero evangelizador tiene que serlo al estilo de Jesús.

Junto a esta forma de vivir, le pide que se mantenga firme en el mensaje que él mismo ha recibido y que no se lo quede para él, sino que lo transmita, ya que esta es la misión de todo discípulo de Jesús: id y proclamad  a todo el mundo la Buena Nueva del Evangelio. Y que no lo haga de manera agresiva, sino de tal manera que sean ellos mismos a reconocer la verdad que viene de Dios.

¿No os parece que esto es el que hizo San Francisco Coll? ¿No os parece que esto es el que hoy nos hace falta a todos? Nuestro testimonio cristiano tiene que arraigar en todas aquellas virtudes humanas, que siempre provienen de Dios, para poder llegar al corazón de los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Nuestra tarea, al igual que lo hizo san Francisco Coll, es sembrar la semilla del Evangelio con una vida santa. Es Dios pero, quien hace fructificar la semilla plantada, puesto que esta semilla es la Palabra misma de Jesús.

Como respuesta en forma de plegaria a esta segunda carta de San Pablo a Timoteo rezamos el salmo (27, 1-3 y 6-9) en el que como el salmista clamamos al Señor que escucha siempre nuestra voz suplicante, a pesar de que no sea al ritmo que nosotros quisiéramos, y que es también para nosotros la defensa y la muralla que nos protege.

Si tuviéramos que dar un título al fragmento evangélico que se nos propone por esta fiesta de San Francisco Coll (Lc 12, 22-34), sin duda lo tendríamos que titular como el evangelio de la confianza en Dios. Aunque lo sabemos, necesitamos recordar que el hombre no conserva su vida ni nada del que posee, si no es con y gracias a la ayuda de Dios.

Jesús, que conoce el corazón humano, con una pedagogía exquisita nos quiere ayudar a liberarnos de las preocupaciones angustiosas que conlleva la vida misma. No se trata de esquivar la responsabilidad, ya que el no preocuparse por lo que comeremos o vestiremos, no nos exime de trabajar, sino todo lo contrario. Se trata de hacerlo de manera diferente. Se trata de que las preocupaciones no nos hagan perder el norte de que nuestro trabajo y nuestro esfuerzo son inútiles si no confiamos en la bondad y en la Providencia de Dios. Son bellísimas las imágenes del cuervo que no siembra, de las flores que ni hilan ni tejen pero que van vestidas más ricamente que el rey Salomón y toda su corte.

Sería ingenuo pensar que los cuervos están quietos arriba de un árbol esperando que les llegue la comida, como sería inútil pensar que las flores, sencillamente están allá. Los cuervos tienen que volar, tienen que ir a buscar la comida. Las flores, tienen que brotar de la semilla y tienen que crecer para poder engalanar el mundo con su color. El mensaje de las palabras de Jesús es que no podemos dejar de vivir en profundidad, trabajar y esforzarnos cómo han hecho todos los santos. Trabajar y esforzarnos e incluso preocuparnos para que lo que hacemos y necesitamos sea realidad, pero sabiendo que nuestra fuerza se encuentra en Dios que es quien realmente nos provee de todo lo que necesitamos. Se trata por tanto de un toque de alerta al preocuparnos de lo  que es esencial para la vida, tanto para nosotros mismos como para los demás.

Francisco Coll, a medida que recorría ciudades y pueblos quedó impresionado por la realidad social y religiosa que observaba en sus misiones populares. Y empezó a preocuparse por la falta de acceso a la educación cristiana de los niños y jóvenes de los pueblos grandes y pequeños,  en particular de las niñas. Le afligía especialmente la ignorancia en que estaba sumida la mujer. Esta preocupación lo llevó a “escuchar” la voz de Dios y el Espíritu, le movió a fundar la Congregación de las Hermanas Dominicas de la Anunciata. El P. Coll hizo realidad la experiencia de Jesús que se compadeció de las multitudes maltrechas y hambrientas que lo seguían. De los cinco panes y los cinco peces comieron miles de personas, pero antes de repartirles el pan y el pez, que lo hizo repartir a sus discípulos, Jesús confió su oración al Padre.

La devoción de San Francisco Coll hacia la Virgen María, nos lleva a contemplar María, que olvidándose de sí misma, sabiéndose absolutamente pobre, pone su vida disposición de Dios. Después del anuncio del ángel, la Palabra eterna de Dios se hizo carne en su seno, convirtiéndose en la mujer “más rica” que jamás se haya podido pensar. ¿Cuál es la reacción de María? Salir decidida hacia la montaña para ayudar a su prima Isabel, que como ella estaba encinta, pero en su vejez. Y también, en las bodas de Caná, ante la falta del vino, ante “la pobreza” de aquellos novios que no podían obsequiar a sus invitados, María se limita a decir: “haced lo que él os diga”. María era plenamente consciente de que el Padre del cielo ya sabe de que tenemos necesidad. (…)

Leer las lecturas y el comentario completa en este enlace

Hna. Carmen Casellas Rabaseda

Provincia Sant Ramon de Penyafort