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COMENTARIO AL VI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO A

12 febrero, 2020

Eclesiástico 15, 16-21
Sal 118, 1-2. 4-5. 17-18. 33-34
Corintios 2, 6-10
Mateo 5, 17-37

La liturgia de la Palabra de este domingo provoca, tal vez en un primer momento, la sensación de un peso inmenso de múltiples normas y llamadas de atención para no desviarse de la voluntad de Dios o para arreglar cuanto antes los posibles conflictos que surgen en el camino de la vida.

La primera lectura trae el gozo de sabernos protagonistas de la historia: “Él te ha puesto delante fuego y agua, extiende tu mano a lo que quieras” (Eclesiástico 15, 16). Claro, que eso de escoger entre la vida y la muerte, por un lado parece evidente la elección; por otro, surge un sentimiento de desconfianza… ¿Por qué seguir la voluntad de Dios es sinónimo de vida… y escoger el libre albedrío puede significar muerte? El don de la libertad y de la capacidad de preguntar y preguntarnos, hace posible que el seguimiento de Jesús sea una aventura de amistad, donde el diálogo franco y honesto permite revelar las preocupaciones y deseos (a veces escondidos) que habitan el corazón.

La segunda lectura nos habla de una sabiduría divina, misteriosa, escondida, algo que ni el ojo vio, ni el oído oyó, pero que el Espíritu, que lo sondea todo, incluso lo profundo de Dios, lo ha revelado…. Ante esto surge la curiosidad… y el deseo de acercarnos y vislumbrar… ¿y si pudiésemos tocarlo?

Pero lo desconcertante de la liturgia de hoy se encuentra en un Jesús que se presenta  en plan legalista en el evangelio: “no creáis que he venido a abolir la Ley… El que se salte uno solo de los preceptos… Pero quien los cumpla y enseñe será grande…” (cf. Mt 5, 17ss). Jesús se da cuenta de que en muchos casos la ley ha sido reducida a un conjunto de preceptos que a veces se utilizan para humillar, condenar y hacer la vida insoportable. Él se siente llamado a devolver a la Ley su sentido auténtico y a llevarla a su cumplimento. El juego Habéis oído que se dijo (en referencia a la Ley antigua) – pero yo os digo (en referencia a la novedad que él trae), además de ser una osada provocación, indica que lo más importante no es cumplir un precepto sino descubrir su sentido, ir a la raíz, colocar el amor como clave todo.

Hoy, Jesús nos presenta la Ley como pauta que puede guiar el corazón y sus decisiones buscando siempre el bien de todos. Un bien que brota de la sencillez de corazón, de quien es consciente de que no es un héroe que todo lo puede, sino un ser humano que encuentra el sentido de su vida en el misterio de Dios. Misterio revelado en y por Jesús de Nazaret.

El Papa Francisco nos recuerda: “Seguir a Jesús no es una decisión que se toma de una vez por todas, es una elección cotidiana. Y al Señor no se le encuentra virtualmente, sino directamente, descubriéndolo en la vida” (cf. Homilía del papa Francisco 3 de febrero 2019). Sí, como dice la primera lectura, es una decisión que está en nuestras manos y en nuestro corazón, que a partir de ella, la vida toma un rumbo y una dirección, que nos puede llevar a la sabiduría (esa sabiduría misteriosa y escondida, que revela lo profundo de Dios).

Contigo