NOTICIAS

INMACULADA CONCEPCION DE MARIA· 2 DOMINGO DE ADVIENTO 8 DE DICIEMBRE

3 diciembre, 2019

«Hay un estilo mariano en la actividad evangelizadora de la Iglesia. Porque cada vez que miramos a María volvemos a creer en lo revolucionario de la ternura y del cariño» (Papa Francisco, EG 288)

Lc 1, 26-38

¿Quién causa tanta alegría? “La concepción de María”, es el grito que escuchamos desde ya en el pueblo de Nicaragua que celebra con mucha devoción esta festividad, como seguramente en otros países, pueblos y ciudades en donde se hacen vigilias y celebraciones a su patrona, la virgen de la concepción o la Purísima. La Inmaculada es también la fiesta de una mujer a quien la esperanza le creció por dentro y se le asomó como fruto de salvación para todos.

Hoy oramos y damos gracias al Señor por el privilegio que concedió a su Madre y Madre nuestra, María, preservándola de toda mancha de pecado y que conocemos como dogma de su Inmaculada Concepción. Vamos a contemplarla, no sólo como la Toda Limpia”, sino también como la «Llena de gracia».

En el evangelio que propone la liturgia, vale la pena resaltar las palabras que por boca del ángel Gabriel se dirigen a María y que realmente la presentan y definen: “llena de gracia”. El saludo del ángel y su invitación a la alegría deberían resonar con firmeza hoy en nuestra historia marcada tantas veces por la desesperanza, el olvido de Dios, la violencia y la tristeza. A partir de este ¡alégrate!, el motivo de la alegría es profundo y sereno, nos ayuda a mantener encendida la llama de la esperanza y la ilusión porque Dios está con nosotros, y porque Ella, la que se fió de Dios, la que se abandonó en Él y se puso en camino. Es, además de nuestro ejemplo de vida, nuestro referente ante su Hijo, porque por Él y con Él somos también hijas e hijos suyos.

Es la llena de gracia, porque Dios, fijó su mirada en ella y con un Sí en su corazón, le responde. María es entonces La discípula que acoge la Palabra, la medita en su interior y nos enseña a saber esperar y cómo esperar al Señor.

Es la llena de gracia porque cree, camina en medio de la oscuridad, sin otra luz que la de la propia entrega y confianza en Aquel que le llamó. Por eso en María se acrecienta la ternura de Dios para curar las heridas de quienes más sufren.

También hay que decir que con María Dios no sólo ha donado gracia, dándole un don gratuito, sino que se ha dado Él mismo en su Hijo: «El Señor está contigo«. María es la llena de gracia porque está llena de la Gracia.

Mirando a María Inmaculada descubrimos nuestra vocación al encuentro con Dios en Jesús. Ella se vuelve Buena Noticia. La historia puede ser distinta, podemos dejar que Dios actúe y dejar que nuestro corazón y sociedad surjan renovados.

La persona que acoge a Dios y se abandona en sus manos como María no se aleja de los demás, quien vive unido a Dios y sigue sus caminos encuentra su gozo en amar. Su corazón se despierta y se transforma en una persona sensible, solidaria y abierta, quien acoge a Dios como María, rechaza como por instinto, la injusticia, la violencia, la mentira, todo lo que atenta contra la dignidad y los derechos humanos. Hoy, a todos los pueblos que viven situaciones de injusticia y violencia, la virgen María concebida sin pecado en una historia de pecado, nos invita a arriesgarnos, a creer y confiar, a esperar con optimismo, a dejar actuar a Dios en nuestra vida y en nuestra historia.

María es Madre de Dios, del Jesús histórico. En el fíat de la anunciación, cuando el Espíritu Santo la cubre con su sombra, se manifiesta con claridad que Cristo no anula la creatividad de quienes le siguen. Ella, junto a su hijo, desarrolla todas sus capacidades humanas, es junto a Él protagonista de la historia. Su existencia entera es una plena comunión con su Hijo. La maternidad de Jesús fortaleció su entrega fiel al Padre.

Celebramos a María Inmaculada, pero también es preciso recordar a María como bien lo expresa Karl Rahner: ‘Considerando las cosas desde el exterior, ella ha vivido una vida realmente mediana, oculta, trabajosa, en lo ordinario de la existencia penosa de cualquier pobre mujer de un pobre rincón cualquiera de un pequeño país, alejada de la grande historia, de la grande civilización y de la política. Ha conocido la búsqueda y la angustia, nunca lo supo todo, lloró, debió preguntarse y ponérselo todo en cuestión, como los demás hombres, etapa tras etapa, a lo largo de toda su existencia. Tuvo que preguntarle a su Hijo: ‘Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados‘. Se dice de ella por dos veces que no comprendió lo que se le decía (Lc 2,33 y 50). Tuvo que acoger muchas cosas en el silencio de su corazón para que más tarde todo esto fructificara en una penetración e intuición claras (Lc 2,19 y 51).

A cada una de nosotras es dirigido el anuncio del ángel a María: ¡Alégrate, llena de gracia!  Pues también nos dice: ¡No temas, porque has hallado gracia delante de Dios! Este hallar gracia a los ojos de Dios es la fuente de nuestra alegría.

Vivimos en Adviento, en la alegre espera. Aprendamos de María, Mujer que confía en el Dios de las promesas, a vivir nuestra actividad diaria con un nuevo espíritu, con la sensación de profunda espera, de que sólo la acogida y encarnación del Hijo de Dios puede llenarnos y enviarnos a evangelizar.

ORACIÓN

Muy querido Padre Coll, también tú escuchaste la Palabra y como María la pusiste en práctica, Por eso pudiste hacerla viva en tu obra de la Anunciata.

Anuncien”, nos dijiste, como Gabriel, el mensajero de las buenas noticias de Dios y acójanla como María en la sencillez y el silencio, en el servicio callado pero eficaz.

Encaminen sus pasos por todos los caminos en donde hay heridas de ignorancia, de dignidad, de injusticia, de Individualismo, e iluminen con la luz de la fe que nace de los cimientos de sus vidas.

Construyan comunidades vocacionadas, hermanas que contemplan, oran, estudian y consuelan a las gentes con compasión y misericordia. Y tengan siempre en cuenta mis palabras: el amor, el amor, el amor.

H. Rosalina Chavarría Flores

Dominica de la Anunciata