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COMENTARIO DE LA PALABRA DOMINGO XXV TIEMPO ORDINARIO

17 septiembre, 2019

Lecturas del domingo 25º del tiempo ordinario – Ciclo C

Am 8, 4-7
Sal 112
Tim 2, 1-8
Lc 16, 1-13

La liturgia de este domingo nos sitúa ante la disyuntiva de seguir una lógica humana u optar por la lógica de Dios. ¿Quién es el centro de nuestra vida: el dinero (los objetos, posesiones, el estatus y poder inherentes) o Dios (la vida, la dignidad, los derechos preservados para todos, los deberes que nos incumben ante las otras personas, la naturaleza, la responsabilidad en el hoy y de cara al futuro)?. La Palabra nos presenta una situación real y concreta que se materializa también en nuestro hoy.

La lectura del profeta Amós nos expresa la indignación que Dios experimenta ante la injusticia y opresión que los más fuertes ejercen sobre los más débiles. Indignación que lleva a una decisión: “No olvidaré jamás ninguna de sus acciones”. Postura que si, por un lado, expresa que Dios no está de acuerdo y hará justicia a favor de quien es “pisado”; por otro es una visión muy limitada del ser de Dios, pues Él no actúa como nosotros… incluso a pesar de nuestro deseo de que la justicia se ejerza como nosotros la entendemos.

Ya la carta a Timoteo presenta la lógica de Dios a partir de la experiencia del encuentro con Jesucristo. El lenguaje es otro. La amenaza desaparece y surge con vitalidad la inquietud por orar de forma agradecida y, también, pidiendo “por toda la humanidad (…) podamos llevar una vida tranquila y sosegada, con toda piedad y respeto”. Porque lo que agrada a Dios es que todos lleguemos a la verdad. Para ello es necesario que nuestras manos estén limpias y nuestros corazones no alberguen ni ira ni divisiones.

En el Evangelio de Lucas se nos presenta una parábola que, en cierta medida, nos deja desconcertados. En lugar de encontrar a un Jesús que denuncia y critica la acción de aquellos que derrochan los bienes que no son suyos, Él utiliza una historia para alabar la astucia de un administrador derrochador. Esa podría ser una primera lectura. Pero entonces, ¿cómo compaginar un Dios justo y que ama a todos, que desea justicia y dignidad? En el mismo texto, después de la parábola, encontramos a Jesús alertando: quien es fiel en lo poco, también es fiel en lo mucho; y quien es infiel en lo pequeño, también es infiel en lo grande. Es decir la fidelidad o infidelidad no se juega solo cuando tenemos grandes responsabilidades, sino también en los pequeños detalles de cada día. La astucia del administrador derrochador de los bienes de otros, es la habilidad de una persona que se encuentra en una situación límite: ¿Y ahora qué? Y Jesús dice que los hijos de la luz, que sus seguidores, somos poco astutos. En situaciones límites somos llamados a dar pasos creativos, a no cruzarnos de brazos y resignarnos ante la situación que nos urge.

Así pues, la liturgia de este domingo nos invita a ser fieles, a servir al Señor, a no dejar que nuestro corazón se engañe con el tener o el poder, a no caer en la trampa del dinero, de lo mío y de lo tuyo, de la acumulación. La Palabra nos invita a ponernos del lado de quien es “pisado”, de quien tiene menos oportunidades en la vida, así como lo hace Dios. Una y otra vez somos invitados a entrar en la lógica de Dios, en unas matemáticas desconcertantes donde el límite abre la puerta a la audacia y a la creatividad, donde la fidelidad juega un papel fundamental, donde el compartir es la operación matemática fundamental para sumar y no restar en la dinámica del Reino de Dios.

Contigo