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6 DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO C

12 febrero, 2019

Las Bienaventuranzas:  Felicitaciones y los “Ay de Vosotros”

Lc 6,17.20-26

En estos versículos del Evangelio de Lucas encontramos cuatro bienaventuranzas y cuatro maldiciones: “ay de vosotros”. Al bajar de la montaña, reunido con sus discípulos en la planicie, Jesús  se dirige a aquellos que, en la sociedad de su tiempo –y también en la nuestra hoy–, eran y son  marginados y excluidos: los pobres, los que tienen hambre, los que lloran y los que son perseguidos.  A esos  Jesús les revela la buena Nueva de la esperanza,  para mostrarles  que existe un Dios que los ama y mira con compasión sus dolores, angustias y tristezas. En las Bienaventuranzas tenemos un anuncio solemne de Jesús. Este anuncio está ligado con el programa de Jesús, presentado en la sinagoga de Nazaret (Lc 4,16-21).

Las lecturas de este domingo nos recuerdan que somos felices por poner nuestra confianza en Dios. El mensaje fundamental es la elección entre el camino del bien y el del mal.

En este Evangelio, Jesús nos presenta una novedad, pues los judíos enseñaban que ser rico era señal de la bendición del Señor. Para ellos ser pobres, enfermos, excluidos por la sociedad, implicaba ser despreciados y considerados como malditos. Es decir, no tenían bendición de Dios; por eso eran  considerados impuros de acuerdo con la ley.

Los versículos 20-26 señalan el centro de toda la actividad de Jesús: crear una sociedad justa y fraterna, abierta a la novedad de Dios. Para eso, es necesario liberar los pobres y hambrientos, los afligidos y perseguidos por causa de la justicia. Eso, solo se alcanza denunciando a aquellos que generan la pobreza, la opresión. No es posible bendecir a los pobres sin liberarlos de la pobreza. No es posible liberar los pobres sin denunciar a los ricos para liberarlos de la riqueza.

Para comprender las bienaventuranzas  y los “ay de vosotros” que Jesús anuncia, es preciso mirar el mundo y ver que la riqueza de pocos, sea de personas o empresas, es  sostenida por la miseria y  la muerte de  mucha gente, o de toda  una población.

Al proclamar felices los pobres, Jesús no está proponiendo el conformismo con el sufrimiento en la vida presente que prepararía la felicidad después de la muerte. Jesús no promete volver ricos a quienes ahora son pobres. Lo que El presenta es el Reino de Dios, que es el cambio radical de la realidad presente, una situación que genera la miseria, el dolor, el hambre y la esclavitud. Jesús nos presenta  la dinámica del Reino de Dios, que se realiza con acciones y actitudes concretas de quien está despojado de todo, y tiene a Dios como su único defensor.

Hablando con sus discípulos, Jesús afirma que ellos son bienaventurados, porque  han dejado todo y se han hecho pobres, arriesgando todo en el seguimiento, siendo muchas  veces marginados y perseguidos como los profetas y el Maestro. Por eso, ¡ellos son felices desde ya! Jesús invita a todos sus discípulos a no acumular riquezas y a asumir la pobreza, como estilo de vida, luchando por una convivencia más justa, donde se comparten los bienes y la fraternidad, sin discriminación ni prejuicio…

En Lc 6,22-23, Jesús habla de la suerte de los discípulos que participan en el destino del Hijo del Hombre. Esa palabra de Jesús se actualiza en la vida de todo cristiano que es perseguido por causa de su lucha por el Reino de Dios.

Los ricos son los que ya tienen consuelo. También aquí se trata de categorías sociales y económicas bien concretas. Los ricos ya no esperan nada más. Ya recibieron su recompensa. Viven engañados con la seguridad de su condición social y económica. Los “ay” son una invitación a los ricos para que se conviertan; también  son una alerta a las comunidades cristianas para que no caigamos en la ilusión de la vida cómoda y del prestigio, en la línea de los falsos profetas.

Todos nosotros buscamos y queremos seguridad. Pero, ¿dónde está nuestra seguridad y nuestra esperanza? Las lecturas de ese domingo, nos indican un camino que es la Buena Nueva que Jesús nos anuncia.

Las Bienaventuranzas son una invitación a confrontar nuestra vida con la propuesta de Jesús. En el Evangelio de Lucas la propuesta es esta: o con los pobres, caminando para el Reino de Dios, o con los  ricos, viviendo el engaño que lleva a la destrucción total. Después de las bienaventuranzas no es posible ser neutral delante de los pobres y de los ricos.

¿Cómo yo y nuestras comunidades practicamos  las  bienaventuranzas?

El mundo deseado por Dios que Jesús vino a inaugurar,  continúa siendo irradiado  por sus discípulos. Todos soñamos con un mundo sin miseria, sin hambre, sin llanto, sin persecución. Soñamos y luchamos  por la irradiación del Reino que Jesús nos dejó como heredad.

Hna. Tina (Celestina) Veloso Freitas

Delegación del Brasil (Provincia Santa Catalina)